jueves, 20 de noviembre de 2008

Rodrigo "La Joya" Palacio




Los jugadores argentinos suelen emigrar relativamente jóvenes. Europa es donde está el dinero y los clubes argentinos no dudan en vender a sus estrellas a las primeras de cambio. Sin embargo, hay excepciones. Una de ellas es Rodrigo Palacio, el delantero de 26 años de Boca Juniors. Lo ha conseguido todo: Libertadores, Copa y Recopa Sudamericana, jugar y marcar con la selección argentina, ligas nacionales, máximo goleador del Apertura... Y no es que haya pasado desapercibido para Europa, pues la Lazio y sobre todo el Barça han estado en muchas ocasiones a punto de ficharlo, pero por unas cosas u otras no se ha concretado la opción.
Antes de llegar a los grandes de Argentina estuvo probando con el Betis para el filial, el cual lo aceptó. Sin embargo, le surgió una oferta en Banfield y decidió volverse. Hay que destacar que tiene la doble nacionalidad hispano-argentina, valor añadido para que lo fichen algún equipo comunitario.
Como viene siendo costumbre, aquí os mostramos un video, y si queréis podéis entrar en una web dedicada al jugador.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Nacho Novo: el emigrante

Aquí os dejamos un vídeo con la historia de Nacho Novo. Recomendable.


domingo, 16 de noviembre de 2008

"Juande y el desamor" por John Carlin




Reproducimos por su interés el artículo de John Carlin que publica hoy El País, cuyo título es Juande y el desamor:

La de Juande Ramos es una triste historia de amor. Soñaba desde la niñez con los encantos del fútbol inglés. Bobby Charlton, ganador del Mundial de 1966 con Inglaterra, fue su primer ídolo. Pasaron los años y no le dejó de fascinar la pasión con la que se vivía el fútbol en el país donde se inventó. En los últimos años vio cómo la Premier League se volvía, además de fogosa, rica y hermosa y se decidió a conquistarla.

Lo logró. Se mudó a Londres y se unió al Tottenham. Fue un noviazgo de película. Apenas llegar, sacó al equipo cómodamente de las zonas de descenso y ganó la Carling Cup en el mítico -en su mítico- estadio de Wembley. Era como para un católico ferviente casarse en el Vaticano. Y el rival no fue cualquiera. Fue el poderoso Chelsea, equipo al que los fans del Tottenham habían mirado con celos durante años. La afición le inventó canciones, los jugadores le admiraban. Un amor más completo y armonioso era difícil de imaginar. Lo dijo Ramos: "Me quiero quedar muchos años más". Daba la impresión de que quería quedarse en Inglaterra hasta que la muerte lo separara.

Entonces, algo pasó que se puede explicar solo, como todo lo que tiene que ver con el amor o el fútbol, hasta cierto punto. Que un par de buenos jugadores le abandonaron en el verano; que a los demás no les gustó su espartano régimen dietético... Habría más, claro, pero la explicación definitiva no la tiene nadie. El vínculo mágico entre equipo y entrenador se quebró y el Tottenham acabó los primeros dos meses de la temporada anclado en el fondo de la tabla, desanimado e impotente.

Se separaron y apareció otro novio. Un personaje distinto a Ramos imposible de imaginar. Ramos es moreno y taciturno. Podría ser cura o monje de clausura. Harry Redknapp es rubio, rubicundo, campechano. Si no hubiera sido entrenador de fútbol, y en su día jugador, podría haber tenido una exitosa carrera como cómico o presentador de programas televisivos tipo Mira quién baila. Le gusta beber, le gusta apostar a los caballos. Una vez dijo de un jugador suyo muy guapo, por el que las chicas suspiraban: "No sé si jugarle o f.....le".

Redknapp se incorporó al Tottenham hace tres semanas. Ha sido un flechazo. Antes del partido de ayer contra el Fulham, el Tottenham había marcado 18 goles en los seis encuentros desde que llegó Redknapp, cinco de ellos victorias, dos contra el Liverpool de Rafa Benítez -al que quizá le habría gustado vengar el deshonor de su compatriota- en Liga y Copa.

De repente, el argumento de que la directiva falló a Ramos con las ventas y los fichajes del verano no sirve para nada. Y, aunque sea verdad que los jugadores no se esforzaron lo suficiente para salvar el pellejo a Ramos porque le habían dejado de querer, también es verdad que Ramos no supo cómo quererlos a ellos. Si los jugadores no lo dieron todo por él, el fracaso, a fin de cuentas, fue suyo. En eso consiste el trabajo de un entrenador.

La ironía es que ahora no es inconcebible, según los rumores, que Ramos caiga en brazos del Real Madrid. Lo cual le pondría al cuento un broche feliz... mientras dure. Pero siempre llevará en el corazón la huella de su desamor inglés.